30 abr 2018

Una Navidad diferente desde Brasil!!

José de Alencar fue nuestro anfitrión en Belem, una de las ciudades más influyentes de Brasil, en donde desemboca el Río Amazonas y punto estratégico para los portugueses cuando la fundaron cerca del 1600. Jóse ya está jubilado, y ha viajado en motocicleta por muchos países en su Harley Davidson, habla muy bien español por lo que no ha sido difícil la comunicación, pese a que nosotros apenas balbuceamos portugués. 



A inicios del siglo XX, Belem era una de las ciudades más prósperas de América Latina gracias a la explotación del caucho, en esos tiempos poseía la última tecnología y estaba repleta de extranjeros inversionistas. Hoy su desarrollo se ha detenido y la basura es la que domina sus calles quedando sólo el recuerdo de aquella bonanza que duro hasta 1912, cuando entró a escena el caucho asiático. 

El puerto de Belén es un mudo testigo de aquellas épocas de esplendor, aunque aún llegan barcos que provienen de Manaos con turistas que desean navegar el Amazonas. Aquí funciona un museo, una cervecería artesanal, heladerías de prestigio, puestos de artesanía y ropa, restaurantes y cafeterías.

Debido a que estos días estuvo lloviendo, José nos llevó a conocer parte de la ciudad en su auto, es un hombre muy culto, conoce muy bien la historia de su país y de su ciudad, también nos impresionó lo bien que conoce la historia de Chile. 

En una de esas salidas, nos llevó a probar muchas delicias gastronómicas típicas de la región, como el pirarucú, farinha de mandioca, calderada mista y el açaí, que destaca como uno de los productos estrellas de Brasil.  







El açaí es un fruto redondo como una baya muy similar a un arándano que crece en unas palmeras llamadas Açaízeiros, se dan solamente en estado silvestre en la selva al norte de Brasil. Dicen que tiene muchas propiedades benéficas para la salud, los indígenas lo han consumido por siglos, y hoy es tan popular que lo encuentras en helados, dulces y jugos. Su sabor no se parece a nada que hayamos probado antes, no es dulce ni salado, por lo que la gente lo come con o sin azúcar, a nosotros nos gustó más con azúcar y como postre. Luego veríamos este producto en todos lados durante los 3 meses que estuvimos en Brasil. 



Nuestro paso por Belem fue corto, estamos en busca de un lugar tranquilo donde pasar navidad y año nuevo, pero no hemos encontrado ese lugar en los mapas, habíamos pensado en un parque nacional, pero no hemos encontrado lo que buscábamos. 

Así que continuamos hacia la siguiente ciudad, moviéndonos ahora hacia el oeste, acercándonos al océano atlántico. Nos han dicho que las playas de ese sector son hermosas, pero para llegar allá, aun tenemos que recorrer casi 2 mil kilómetros, el llamado Nordeste.  

Susan se había puesto en contacto con Falcon Negro, un viajero brasilero muy conocido quien a su vez nos puso en contacto con Junior del Moto Club Brothers en Sao Luis de Maranhao. En Brasil la ayuda al motociclista está muy organizada, los Motoclubes también y colaboran entre ellos, casi nunca hay peleas entre sus integrantes o entre clubes. 

Carlos Andres, quien habla muy bien español con acento entre colombiano y venezolano nos recibió para llevarnos a la casa de Junior, quien sería nuestro anfitrión en Sao Luis y quien nos llevó posteriormente a la casa club de los Brothers.  

Es una amplia casa en la playa, cómoda y segura. Antes de llegar, Junior nos llevó al supermercado y compró mercadería como para dos semanas, incluyendo mucha carne y cerveza. "Este es un regalo para ustedes, no se preocupen de nada".

La hospitalidad brasilera es abrumadora, en todos lados nos recibieron con los brazos abiertos, nos llevaban a la casa club y rara vez nos dejaban gastar en algo, es sorprendente. Pero las sorpresas estaban recién comenzando. 

Ya faltaba poco para navidad y aun no sabíamos donde estaríamos, no queríamos importunar en algún motoclub, pero la familia de Junior fue a pasar noche buena a otra ciudad, Junior se quedó por trabajo, por lo que nos invitó a pasar navidad junto a él. Junior es muy alegre, de unos 50 años y también habla muy bien español, él también ha recorrido parte de Sudamérica en su flamante V-Strom 650. 

El misterio y preocupación de donde pasaríamos la navidad ya estaba resuelto. Como estaríamos solos con Junior, se contactó con un amigo cercano de un moto club familiar, los Barba Gatos, son todos muy simpáticos y cercanos, son unas personas muy interesantes, tanto así que podríamos escribir un libro solamente describiendo al moto club y sus integrantes. 

Sin embargo lo describiremos así, Jorge Braz, presidente del club, nos llevó a un city tour por Sao Luis, él es profesor de historia, muy culto y apasionado por la arquitectura y el arte de la ciudad. El recorrido que nos armó por la ciudad parecía sacado de una agencia de viajes. 


Con Barba Gatos y Junior






Recorrido por Sao Luis de Maranhao

Durante ese recorrido vimos un sin numero de cosas interesantes, sobre todo en lo arquitectónico y conocimos la historia de la ciudad. La arquitectura de Brasil, y la configuración de sus ciudades es diferente a lo que habíamos visto en el resto de Sudamérica, mezcla de portuguesa, española y holandesa, lo cual la llevó a convertirse en patrimonio mundial de la UNESCO.

Y es que la arquitectura de las ciudades brasileras y su configuración es muy distinta al resto de Sudamérica, ya que fueron en su gran mayoría dominados por los portugueses, a diferencia de los españoles que conquistaron el resto del territorio. También se ve una gran diferencia en el proceso de independencia, muy diferente a la que se llevó a cabo en los países conquistados por los españoles. El proceso de independencia brasilero fue en una relativa paz y poca resistencia por parte de Portugal. 





Me impresionó mucho el realismo de esta pintura en aquella puerta abandonada

Pero lo que más nos llamó la atención, fue cuando nos adentramos en un barrio claramente peligroso, aunque eramos un grupo grande, Susan y yo nos sentíamos inquietos, las miradas de la gente, el lenguaje corporal de los que nos rodeaban, y uno que otro con cara de pocos amigos que nos seguía por un par de cuadras. 

Hasta que una de esas cuadras, vimos a la policía, algunos de civil arma en mano, como esperando algo, pero alrededor de ellos habían niños jugando a tirarse agua y harina, caminamos cerca de la policía mientras Jorge nos contaba de las calles y la arquitectura, vimos el cadáver de un tipo tirado en el suelo... 

Todos actuaron con normalidad, pasamos a escasos 3 metros del cadáver, el cual era custodiado por la policía, los niños jugando cerca de él, prácticamente saltaban sobre él esquivándolo. Fue una experiencia muy diferente, y poderosa. Es difícil describir todo lo que sentimos en ese momento, tratando de actuar con naturalidad frente a la normalidad con que lo hacían todos los demás, aun cuando todas las alarmas de nuestros instintos saltaban y sonaban como locas. Nunca había visto un cuerpo sin vida tirado en la calle, quién sería, qué ocurrió, es esto normal?. En parte por respeto y por no hablar bien el idioma, no preguntamos nada al respecto. Incluso el día de hoy me estremezco cuando lo recuerdo, y muchas dudas rondan mi mimente. Lamento tanto no haber podido hablar portugués fluidamente. Fue un momento intenso  y potente, que pasó casi desapercibido, pero que caló hondo en nosotros.





A la noche siguiente nos preparamos para pasar navidad junto y los Barba Gatos. Llegamos a la casa de la mamá de Jorge, donde se reúne toda la familia para las fechas importantes, Jorge nos explica que son muy cercanos y unidos. 

Aunque no es la primera vez que paso navidad fuera de casa, ni en otro país, sí es primera vez que la pasamos en una cultura muy distinta a lo que estábamos acostumbrados. En Brasil la navidad no se traduce en la locura consumista que vemos en Chile y que hemos visto en otros países, aquí la navidad es más tranquila, quizás hasta más respetuosa y los grandes regalos son solo para los niños.  

Llegamos a la casa, donde había unas 30 personas, todos nos recibieron con los brazos abiertos. En una mesa larga estaba servida la comida, distintos tipos de platos a la usanza brasilera, esto es que se sirven varias comidas diferentes, varias ensaladas y a veces varios postres. Cada uno toma un plato y se sirve lo que van a comer, como auto servicio. 



Aquí en Brasil no se acostumbra a sentarse todos juntos a la mesa, ni esperarse para comer, cada uno se sirve, se sienta donde quiere, no necesariamente a la mesa, y come, cuando termina lleva el plato a la cocina. Así fue nuestra abundante y sabrosa cena de navidad, conversando con los que hablaban español y portuñol, nuestro portugués, el mio al menos, aun no daba para comunicarme con la gente, Susan entiende y habla más portugués que yo.  

Después de la cena llegó la hora de los regalos. Cada uno de nosotros lleva un regalo, los que no son cosas caras, incluso a veces son un poco en broma, luego se hace una especie de amigo secreto, donde cada uno en forma "secreta", le entrega el regalo a uno de los asistentes. De esta forma todos recibimos algún regalo. 

No existe el estrés ni el endeudamiento por intentar comprar cosas que no podemos realmente comprar, me gustó esta forma de pasar la navidad. Aunque la pasamos con un grupo muy grande y alegre, fue tranquilo y lo disfrutamos mucho. 


Todos son muy amigables, cordiales y cariñosos con nosotros, perfectamente podríamos haber pasado año nuevo aquí, pero no queríamos abusar de la hospitalidad de esta gente tan cariñosa.

Recorrimos algunas playas con Carlos Andres y su linda esposa, Leticia, con quienes aun seguimos en contacto. Ellos también nos trataron como parte de la familia, Leticia hizo muy buena amistad con Susan, y aunque todos nos pedían que nos quedáramos, fue con Letica, Carlos Andres y Junior con quienes estrechamos más lazos, y hasta el día de hoy los extrañamos mucho... 



Son de esas personas tan buenas, honestas y transparentes que te encariñas muchísimo y muy rápido, aunque pasas pocos días con ellos, sientes que los conoces desde siempre, y aquellas despedidas son las más amargas. 


Carlos Andrés y Leticia

Nosotros

Aunque teníamos ganas de quedarnos, decidimos no abusar de la hopitalidad y continuar hacia el oeste, nos hablaron de un lugar muy especial donde podríamos pasar el año nuevo. 

Pero yo no podía irme de Sao Luis sin un gran regalo... el día anterior a la partida, Junior noto que mi moto tenía una pequeña fuga de aceite, me obligo a ir al mecánico, como no era grave, yo no me preocupé y decidí revisarla más adelante cuando pudiéramos reunir más dinero. Como no hablamos portugués, no hemos podido hacer las charlas en las universidades, sólo hemos vendido algunas postales en un par de ocasiones.  

Sin embargo Junior insistió en que no me podía ir así, por lo que conversó con los demás que habíamos conocido durante esos días y decidieron pagar la reparación de mi motocicleta. Hubo que cambiar una empaquetadura y rectificar una rosca rodada, que era la que no apretaba y por donde fugaba aceite. Sin dudas un gran regalo de navidad. 

Esta navidad fue muy diferente, pues por primera vez en mucho tiempo, sentí nostalgia del hogar, de la familia y los amigos que no están aquí con nosotros. Estar con Susan aligera todo eso, porque estamos juntos, nos tenemos el uno al otro, y sabemos que juntos somos fuertes.  

Estaremos eternamente agradecidos por toda la preocupación, por todo lo que nos enseñaron y compartieron con nosotros, por todo lo brindado en este bello país. Gracias a Junior, Jorge Braz, Falcon, Carlos Andres, Leticia, Francisco y Emilson, siempre los recordaremos con mucho cariño. 





En el próximo relato les contaremos dónde pasamos año nuevo, y cómo fue para nosotros pasar un año nuevo en Brasil!! 

Muchas gracias a todos nuestros amigos que siguen en contacto, y a nuestras familias por el apoyo incondicional en esta aventura. Les mandamos un abrazo gigante.

Agradecemos también a Relieve, Honda Colombia,  Honda Brasil, Liqui Moly, Cardo Scala Rider, Mx Metzeler Chile, Honda Adventure, Año 1, Bujías Brisk Chile, Trail on Fire, Loretta Motos Chile, Indo Trail, MotoCenter, ProCircuit, y Moto-K.