30 sept 2018

Ponta dos Seixas, el extremo oriental de América



Ponta do Seixas es un lugar importante de la geografía de Brasil, ya que es el punto más oriental de las Américas y por tanto el más cercano a África, allí se ha erigido un faro y monumento para recordarle a los viajeros la tierra que están pisando.

Al ser un punto geográficamente importante, muchos motoviajeros, especialmente brasileños lo han tomado como un desafío, junto con el resto de los puntos cardinales de América, como son Punta Pariñas al oeste, Ushuaia al sur (aunque debiese ser Cabo Froward si se considera solo Sudamérica Continental o Puerto Toro si se consideran los terrenos insulares) y Punta Gallinas al Norte. Si bien llegar a Ponta do Seixas no es particularmente difícil, el hecho de haber conectado los cuatro puntos cardinales, supone mucho tiempo de viaje.

Nosotros ya hemos estado en tres de estos puntos extremos de Sudamérica, y nuestra ruta nos lleva a Joao Pessoa, lugar donde se ubica Ponta do Seixas, sin embargo aún debemos recorrer 977 km desde Jericoaqoara hasta el faro que marca el punto más cercano a África.


La primera jornada recorrimos desde Jericoaqoara hacia Fortaleza, capital del estado de Ceará, ahí fuimos recibidos por el motoclub Agnus Dei. Grandes personas que nos recibieron como a viejos amigos, haciéndonos sentir parte de ellos. En casa de Germana y Gabriel fuimos testigos del día a día de una familia brasileña, con sus distintas costumbres, especialmente las comidas. Nos sorprendimos que a diferencia del resto de Sudamérica, el “ritual” de comer es muy diferente. En lugar de sentarse todos a la mesa, servir a cada uno su plato y comer todos juntos, cada uno va a la cocina y se sirve lo que quiera y la cantidad que quiera, luego no se sientan todos a la mesa, se ubican en cualquier lugar de la casa, que puede ser la mesa, la cocina o el living, y comen despreocupadamente como si fuese el picoteo de un cocktail.


En estas comidas no puede faltar la fexoada, arroz, porotos y carne a la olla. Una costumbre que seguimos viendo en varias casas en nuestra ruta por Brasil.

En Fortaleza compartimos grandes momentos, Germana y Gabriel nos invitaron a su “postura de argollas” pues pronto se casarían, los amigos de Agnus Dei nos invitaron a su sede, a compartir un Churrasco, y recorrimos junto a ellos las playas de Fortaleza.


Los lazos que formamos con ellos, en tan pocos días fueron muy potentes, todos nos trataron muy bien, muy cercanos, casi como de la familia, debido a esto nos despedimos con pocas ganas de continuar, les tomamos mucho cariño, pero nuestro viaje por Brasil debe continuar, hay muchos lugares aun que recorrer y la ruta nos lleva a una de las playas más famosas de Ceará, Canoa Quebrada.

Canoa Quebrada nos sorprendió mucho, resultó ser una hermosa playa rodeada de riscos rojos, donde el fuerte viento permite practicar windsurf y parapente. Llegamos por la tarde al pequeño pueblo de Canoa Quebrada, que nos recibió al atardecer con sus calles repletas de luces y gente. Es muy turístico, todas sus calles están llenas de tiendas y restaurantes algo lujosos pero al mismo tiempo con un aire “Hippie” y étnico, esto nos motiva a quedarnos un día más. Al día siguiente, bajamos a la playa por los sinuosos corredores que discurren entre los riscos de tierra roja para llegar a una playa de aguas agitadas que rompen a los pies de una decena de palafitos de los locales y pubs que se ubican a la orilla de la playa. Por la tarde la marea sube mucho, tanto que la playa desaparece transformándose en un acantilado desde donde observamos el sol poniéndose tras los molinos de viento que se ven en el horizonte.





Cada lugar de Brasil nos ha encantado y sorprendido, la calidez de la gente es entrañable, y una vez más, nos gustaría quedarnos más tiempo. Es primera vez durante los dos años de viaje por Sudamérica que apresuramos un poco el paso, hay temas relacionados con la salud de nuestras familias que nos motivan en esta oportunidad a ir un poco más rápido de nuestro ritmo acostumbrado. Así entonces dejamos Canoa Quebrada, la jornada esta vez será larga pues planeamos llegar a Joao Pessoa, saltándonos Natal, capital de Río Grande del Norte.

El clima Político en el nordeste brasileño ha sido complicado durante los últimos meses, y Natal ha sido la ciudad más afectada, allí la policía se encuentra en paro desde principios de diciembre y la delincuencia se ha tomado la ciudad, registrándose entre 5 y 10 muerte diarias. Con este clima tan complejo decidimos no visitar esta vez Natal, y no exponernos innecesariamente, por lo que continuamos la ruta pasando sin acercarnos tanto al pueblo.

Llegamos a Joao Pessoa ya bien entrada la noche, allí nos espera el motoclub Morcegos da Ilha, quienes nos reciben en su casa club a las afueras de la ciudad. En Brasil es muy común que los moto club tienen su propia sede, donde se juntan, realizan eventos y albergan viajeros, con todas las comodidades que podamos necesitar.

Al día siguiente nos dirigimos a Ponta do Seixas, donde nos sorprendimos con el estado de abandono del faro y monumento que marca el punto más cercano a África. Con el paso de los años la marea del océano Atlántico ha comenzado a subir y año tras año ha ido erosionando el risco donde se levanta el faro, llevándose la contención de la costanera que antaño pasaba por esa zona. Hoy los vehículos no pueden subir al faro, al que se llega solo a pie, luego de una corta caminata por la antigua calzada. Una vez a los pies del faro unas barreras de hormigón nos cierran el paso y desde allí vemos las olas romper contra el acantilado, continuando así con la erosión que seguramente en algunas décadas más acabará llevándose el faro también.

Nos fotografiamos en el faro y contemplamos el horizonte, imaginando lo cerca que estamos de África, y pensando en futuros viajes, cuando crucemos el Atlántico para visitar las rutas de ese continente, en algunos años más. Es emocionante darnos cuenta de los lugares que hemos recorridos, los hitos que hemos visitado, sin haberlo planificado, hemos estado en los 4 extremos de Sudamérica, los 4 puntos cardinales.  







Nuestro recorrido continúa por otras playas de la zona y llegamos a la Playa Gramame. La vista al bajar a la playa es hermosa, por un lado el mar y por el otro el río Gramame. Allí paramos a disfrutar la playa, hasta que una fugaz y repentina tormenta, interrumpió nuestro descanso, momento en que tuvimos que salir corriendo a protegernos de la fuerte y cálida lluvia. Cubrimos muestras pertenencias y aprovechamos de meternos al mar, total, ya estábamos mojados. El agua estaba sorpresivamente fría.

Regresamos a la casa club de Morcegos para alistar nuestras cosas, al día siguiente la ruta continua hacia Recife, lugar donde nos espera un muy buen amigo, Tacio, gran moto viajero brasileño a quien conocimos navegando el Río Amazonas. Haber llegado a Ponta do Seixas y continuar hacia el sur, hacia Recife, es importante para nosotros, pues ya no podemos ir más al oriente ni más al norte, lo que nos genera algo de nostalgia pues en cierto modo, marca el comienzo del regreso a casa, el regreso a Chile.

28 jun 2018

Jericoacoara, un año nuevo en Brasil

Lagao do Paraiso

Jijoca de Jericoacoara, o simplemente Jeri, es muy famoso por su naturaleza prístina, bellas playas, ríos y lagunas. Muchos turistas vienen a visitar este lugar de difícil y restringido acceso. Hace 20 años no había electricidad ni carreteras asfaltadas para llegar hasta aquí. Actualmente son miles los viajeros que recibe este tranquilo pueblo, antaño solo de pescadores, y que hoy es mundialmente conocido por el kitesurf windsurf, los deportes más practicados en la zona, aun así, el pueblo no ha perdido su encanto y tranquilidad.

Y precisamente esa tranquilidad es la que buscan los visitantes de Jeri, nos han dicho que este “paraíso nordestino” se repleta de gente durante carnaval y las festividades de fin de año, pero no por las fiestas como se podría pensar, aquí viene la gente que quiere escapar del ruido y el bullicio de los carnavales, Jericoacoara es un lugar para estar tranquilos. 


En cierta forma, eso hace que sea más exclusivo. Jijoca de Jericoacoara es uno de los destinos turísticos más costosos en los que hemos estado. Los alojamientos, la comida, la cerveza, absolutamente todo cuesta un 50% más que en otros lados, y más del doble justo en año nuevo, que es la fecha en la que nosotros llegamos a este bello lugar.

Ruta hacia Jijoca de Jericoacaora

Necesitábamos un lugar donde pasar el año nuevo en Brasil, unos amigos nos pusieron en contacto con el Maestre Ávila, reconocido moto viajero y maestro de Capoeira que tiene una casa grande en Jijoca de Jericoacoara, ahí alquila cuartos tipo hostal. A los motociclistas les hace un precio especial, pero si acampan o duermen en hamaca, no cobra nada, además hace clases gratuitas de Capoeira a los niños del pueblo. Es una gran persona con un gran corazón, de sonrisa alegre, amante de la cerveza, de la comida y las buenas historias. 

Aunque nuestro portugués ha mejorado, al comienzo fue un poco difícil comunicarnos con él, pues su acento es muy diferente al que ya habíamos comenzado a acostumbrarnos. Esto es algo normal en Brasil, ya que el país es tan grande, que los acentos son muy variados, incluso a los brasileños les cuesta entender los diversos acentos. 

El terreno del Maestre Ávila es bastante grande, hay buena sombra y está todo limpio y dispuesto. Buscamos un lugar que nos diera la sombra todo el día para armar nuestra carpa, lejos del gigantesco árbol de mangos que está en el amplio patio de la casa. Es época de mangos y este delicioso fruto cae todos los días de tan maduro que está. Susan es la más contenta, ama el mango y todos los días cosecha algunos que se come muy animosamente.

En este momento hay un chileno alquilando uno de los cuartos, lleva bastante tiempo aquí, se llama Patrick y es todo un personaje, uno de aquellos que crees que solo encontraras en los libros, y que para contar su curiosa y trágica historia, se necesitaría un libro entero. 

Almorzando con el Maestre Avila y su esposa

Inmediatamente Ávila nos invita a conocer la Lagoa do Paraiso, es probablemente una de las lagunas más bellas que hemos visto, su color turquesa y arena blanca la hace un sitio imperdible. Alrededor de la laguna hay muchos hoteles y restaurantes, cada uno tiene una serie de sillas de playa, reposaderas y hamacas de colores metidas dentro de la laguna para pasar el día en estas cálidas y cristalinas aguas, disfrutando de una cerveza bien helada. 



Ralajandonos en Lagao do Paraiso

El paisaje es único, el contraste de las aguas con las arenas blancas da la impresión de estar en el mar del caribe. Pero la gente local nos cuenta algo muy triste, la laguna se está secando. Jijoca lleva más de 8 años de una sequía profunda, precisamente ahora debiese estar lloviendo, sin embargo, hemos tenido solo días de sol radiante. Esta sequía ha hecho que el nivel del agua halla bajado considerablemente. 8 años atrás, la beira da lagoa, estaba a media cuadra del terreno del maestre, y se podía llegar caminando. Hoy hay que trasladarse en moto para llegar allá. Los terrenos que antes estaban llenos de agua ahora son ocupados por grandes pastizales a la espera de que el clima se reestablezca.

Ese día almorzamos con el Maestre y otros amigos de él, quienes nos brindaron varias cervezas. Adicionalmente a Susan le salió un buen trabajo, intercambió algunas fotos por un almuerzo en el restaurante, pero no era un almuerzo cualquiera, fue uno de los más exclusivo que hemos comido. Todo muy delicioso. 

En lo personal, me fascinó esta experiencia y visitar esta laguna, aunque Susan y yo no apreciamos mucho el turismo del tipo "sol y playa", pero este lugar nos regaló algo diferente. Aun así, necesitábamos un poco de aventura, así que nos fuimos a buscar la famosa playa de Jericoacoara. 

Ávila nos dijo que el acceso era difícil para ir en moto, que mejor pagáramos una camioneta 4x4 para ir. Sin embargo el valor de la camioneta es de 60 reales por persona (12 mil pesos chilenos), una locura!! Vimos un mapa, y el tramo desde el pueblo hacia la playa es muy corto, así que decidimos ir en moto. Como es cerca, nos aventuramos solo en una de nuestras Falcon Rockeras. Y como vamos a la playa, dejamos todas las protecciones en la carpa, fuimos solo con traje de baño, toalla y casco. 

Los primeros metros fueron muy sencillos, adentrándonos entre unos caseríos tipo aldea, con exuberante vegetación por un camino de tierra en mal estado, pero que para la moto no implicaba ningún desafío. Ponto llegamos a una senda de adoquines muy meteorizados, por lo que el transito para vehículos de 4 ruedas estaba prohibido, solo las motos podíamos circular. Varias motos iban delante y detrás de nosotros, hasta ahí, tránsito normal. 

El problema llega unos kilómetros antes de la entrada del Parque Nacional Jericoacoara, donde la arena se torna muy blanda y pantanosa. Hasta ahí llegaron todas las motos pequeñas. Desde ese momento, solo iban las motos enduro con neumáticos especiales para la ocasión. Justo en ese cruce habían varios brasileros, esperando no sé que la verdad, pero todos nos alentaban a seguir, recomendándonos que le quitáramos aire a las ruedas para continuar por ese camino de arena suelta. Nuestra ávida curiosidad nos obliga a hacerles caso, e intentar realizar ese trayecto. Lo intentamos una, dos tres veces apunto de caer y apenas pude contener la moto en esas arenas tan blandas que parecían movedizas. Al lado nuestro pasaban las camionetas 4x4 y una que otra moto enduro. Luego vino un tramo de arena dura, listo, pensé, lo peor ya pasó. Pero me equivoqué, porque justo en la curva estaba lo peor, mucha arena suelta que frenó en seco nuestro avance, y zaz! al suelo. 

La caída, como ocurre usualmente, fue en cámara lenta, y también a baja velocidad, así que, pese a no llevar protecciones, no sufrimos ni siquiera rasmillones. Sin embargo el pie de Susan quedó aprisionado con la maleta izquierda, y le lastimó el empeine. 

Levantamos la motocicleta e inspeccionamos los daños, por fortuna la moto no tenía nada, solo un poco de arena, pero a Susan le dolía mucho el pie. Sigan, sigan nos decían, falta poco y no es tan caro... -Como así tan caro?. Claro, hay que pagar entrada al parque y estacionamiento, según nos informan los que iban pasando. Era pasado el medio día, si íbamos a pagar una entrada, que no es barata, queríamos aprovechar todo el día en el parque.

Así que decidimos volver, Susan con lo valiente y aguerrida que es, se aguantó el dolor. Cuando llegamos a la casa de Ávila, el pie de Susan se había hinchado como una gran empanada de horno chilena. Y al día siguiente fue peor, tanto que ya no le entraba la bota. Solo quedaba tomar anti-inflamatorios y reposo. 

Mientras yo la cuidaba y hacía todo para que ella no tuviera que moverse, llegó el año nuevo. Lo celebramos muy tranquilos, tal como lo celebran acá. Ávila y su familia se fueron a otra playa para poder observar los fuegos artificiales y vivir una fiesta más animada, pues nos dicen que aquí nadie celebra de forma ferviente. Y era cierto, cenamos con Patrick y vimos desde el patio de Ávila los breves fuegos artificiales que lanzaron desde la plaza. 


Compartimos algunas cervezas y fuimos a la plaza para ver si había algún evento, pero tal  como nos habían dicho, la gente estaba tranquila en sus casas. Apenas circulaban algunos jóvenes en las calles, todos tranquilos y vestidos de blanco, todos sobrios y sin ambiente de fiesta. Siempre imaginamos que un año nuevo en Brasil significaría descontrol, pero no, fue todo lo contrario, y fue bueno. Un momento de reflexión, una paz y tranquilidad en lo vertiginoso que suelen ser las fiestas de fin de año. Esta vez estábamos juntos, agradeciendo todo lo que hemos visto, lo que hemos vivido, y con un poco de nostalgia por la familia que está lejos.  

Sólo veníamos a pasar el año nuevo, pero nos quedarnos algunas días más esperando la recuperación de Susan. Mientras tanto, volvimos a la Lagao do Paraiso y descubrimos que había otro camino, completamente asfaltado para ir a playa Prea, desde la cual se podía llegar a la playa principal de Jeri yendo siempre por la arena mojada y por tanto más endurecida. Dicen que el atractivo principal de esa playa es llegar hasta una duna muy famosa, de difícil acceso, para ver el atardecer.


Playa Prea, en Jeri

¿Y qué tiene de especial este atardecer?. Bueno, acá estamos en el océano Atlántico, por lo que el sol no se oculta en el mar como estamos acostumbrados a verlo en el Pacifico. Sin embargo, en este punto en particular si se puede contemplar la puesta de sol en el mar, y es el único punto de Brasil continental donde ocurre esto, por eso vienen los brasileros de todos lados a ver ese espectáculo, un atardecer en el mar. 



El otro gran atractivo son los deportes de viento, el horizonte se llena de pequeñas velas y tablas volando en el aire, pues aquí es a donde viene gente de todo el mundo para practicar windfurf y kitesurf. Pasamos una hermosa tarde, recostados al sol y refrescándonos en las aguas Océano Atlántico.

Ya con el pie de Susan recuperado, nos despedimos alegremente del Maestre Ávila y su familia, con algo de nostalgia, por dejar este bello y tranquilo lugar. Ávila nos invita a volver, a pasar una temporada completa acá y aprender bien Capoeria, para mi sería un sueño, pues practiqué Capoeria hace unos años en Chile, y siempre quise hacerlo en Brasil. Así que me prometo a mi mismo volver, un día debo volver a Jericoacoara, uno de esos lugares inesperados, que pese a no ser lo que buscábamos, nos cautivó y enamoró, sin dudas un lugar muy especial.

Camino a Canoa Quebrada, el próximo destino de la Expedición en Moto


En este clima de fin de año donde se extraña más que nunca a la familia, les agradecemos la preocupación y por estar siempre pendiente de nosotros y el viaje.

Agradecemos también a Relieve, Honda Colombia, Honda Brasil, Liqui Moly, Cardo Scala Rider, Mx Metzeler Chile, Honda Adventure, Año 1, Bujías Brisk Chile, Trail on Fire, Loretta Motos Chile, Indo Trail, MotoCenter, Cooper Motos, ProCircuit, y Moto-K.

24 may 2018

Los Lençóis Maranhenses

Antes de llegar a Jericoacoara, lugar donde pasamos el año nuevo en Brasil, debíamos pasar por Barreirinhas, otro pueblo en el que el turismo está comenzando a explotar de forma desenfrenada por ser puerta de entrada a los Lençóis Maranhenses, un lugar que promete ser una de las maravillas de la naturaleza más importantes de Brasil y el mundo.


Caminando por las dunas

Salimos desde Sao Luis junto a una pareja de motociclistas brasileros, quienes vienen desde Belem tomándose unas vacaciones en moto. Leandro y Mariam, él viene en una Teneré 250, y ella en una scooter. Para Mariam es el primer viaje “largo” que realiza, y viene a su ritmo, pero fascinada con la experiencia. En Barreirinhas nos estaba esperando Jesús, quien nos ofreció alojamiento a los cuatro, así que ese día compartimos ruta hasta su casa. 

Jesús y su familia nos acogieron como si todos fuésemos familiares cercanos, nos brindaron un espacio en su casa. Tuvimos la oportunidad de compartir con ellos en este clima de fiestas de fin de año y conocer más a su padre, quien es un gran músico, nos deleito con unas canciones en portugués de Roberto Carlos y otros artistas, cada canción la cantó con su estilo, con su encanto, y nos transportó en el tiempo, los cabellos se nos erizaron, aun hoy, mientras escribo estas líneas me hace sentir una nostalgia que no logro identificar en un tiempo y un espacio indeterminado, pero el sentimiento, profundo y agridulce está ahí, como algo placido que extrañas, que echas de menos, algo que te hacía feliz y ya no está, una cierta añoranza que no puedo explicar.



Disfrutando de una inolvidable serenata

En este pequeño y tranquilo pueblo, el turismo está recién creciendo, pronto el gobierno deberá hacer algo al respecto porque el uso del lugar es indiscriminado. El principal atractivo son las lagunas de colores turquesas que se acumulan en medio de este candente desierto, porque sí, en el norte de Brasil también hay desierto.

La vía de acceso es muy complicada, ya que el “camino” va por sinuosas dunas de arenas blancas que suben y bajan hasta llegar a las lagunas. Solo se puede ir en vehículo 4x4 o cuadrimoto. Hay gente que se aventura a pie, pero son varios los km que hay que recorrer bajo el abrasador sol del desierto maranhense.

Esta no es la mejor época para visitar los Lençóis, pero decidimos aventurarnos de todas formas, dicen que la mejor temporada es después de las intensas lluvias, entre junio y septiembre, la peor época es de diciembre a marzo, justo ahora. Leandro nos ayudó a negociar el ticket con las agencias de turismo que hacen esta ruta, como él es brasileño, no le costó nada negociar el precio para los cuatro, en cambio como nosotros no hablamos bien portugués, a veces nos quieren cobrar un poco más caro.  

Consiguió un precio de 60 reales por persona en las camionetas 4x4 especialmente acondicionada para esta travesía. No suena tan caro, son unos 12 mil pesos chilenos cada uno, pero acá 60 reales debe ser el equivalente a 30 mil pesos chilenos, y debido a que no hablamos el idioma no hemos podido hacer charlas ni conferencias, por lo que nuestros recursos se están acabando rápidamente en Brasil.

El viaje desde Barreirinhas dura unas 4 horas ida y vuelta considerando bastante tiempo para recorrer las dunas y las lagunas. Aunque nos dieron la posibilidad de ir en la mañana o en la tarde, la agencia nos recomendó ir en la tarde para ver el atardecer. También nos aconsejaron llevar una merienda ligera debido al intenso calor y mucha agua. El bloqueador solar es obligatorio, al igual que un gorro para cubrirnos del sol y lentes oscuros. Yo agregaría también camisas o poleras de manga larga, el sol realmente quema mucho debido a la blancura de sus arenas que reflejan el sol como estar en la nieve.



Para entrar al parque hay que cruzar un río en barcaza, tanto el valor del cruce como la entrada al parque están incluidas en el ticket. La diversión comienza inmediatamente ya que la barcaza es bien precaria y suben varias camionetas con sus respectivos pasajeros. Una vez que ya estamos en la otra orilla, la aventura se vuelve más vertiginosa, pues las camionetas se mueven a alta velocidad cuando el espacio lo permite, haciendo que parezca una verdadera una montaña rusa entre las dunas.





Antes de llegar a espacio abierto, comenzamos a dejar atrás esta vegetación que rodea las dunas y las lagunas

El espacio es amplio, por lo que cada una de las camionetas elige una huella diferente para circular. No es un desierto completamente árido como el que estamos acostumbrados, hay algunos árboles y vegetación a nuestro alrededor, de baja altura pero lo suficientemente espesa para aislarnos del resto de los vehículos que se dirigen a los Lençóis, entre los árboles se pueden ver claramente los surcos de otros vehículos 4x4, haciendo que sea muy fácil seguir el rastro en la arena. Luego de unos cortos y saltarines minutos, vemos la aglomeración de camionetas y jeep esperando a los turistas, hemos llegado al punto donde nos debemos bajar y continuar la exploración a pie.



Es temporada baja y no ha llovido hace más de un mes, sin embargo hay muchas camionetas y mucha gente que viene a descubrir lo que se nos promete, imagino que en temporada alta debe estar atiborrado de gente, quizás no se puede ni transitar por las blancas dunas que nos enceguecen debido al brillo del sol.

Es fácil saber hacia donde caminar, pues toda la gente se mueve como una gran serpiente en la arena, de allá para acá, lentamente a medida que los pies se hunden en la suave arena. Hasta ese momento aun no estoy impresionado, pero ha sido divertido y una sonrisa se dibuja en mi rostro, pese a que las fotos de la agencia eran demasiado buenas y en otra época, hasta ahora no se ven los colores de los afiches. El guía nos dedica unas palabras que son fáciles de entender, normas de seguridad, el horario de regreso, protegerse del sol e hidratarse mucho. Pues en este momento quedamos más o menos libres, de ir hacia donde queramos y recorrer las dunas a nuestras anchas.

La decepción viene rápidamente, no solo por la gran cantidad de gente que tenemos delante, sino porque las lagunas están casi completamente secas, por lo que no podemos verlas en su esplendor como esperábamos, pero era una situación esperable por la época. Nos metemos un rato al agua a ver si se nos pasa “la maña”, pero esta tan baja que no llega ni a las rodillas.






Nos quedamos un rato sentados en la arena, contemplando lo que vemos, como la gente y los niños se revuelcan en esas aguas bajas, haciendo que sea casi lodo. Y es que los brasileños son muy descomplicados y poco prejuiciosos, son sencillos y disfrutan lo simple.

Precisamente este era uno de nuestros mayores temores, perder la capacidad de asombro. Después de haber visto tantos desiertos, tantas dunas, tantos ríos, lagos, mares, cascadas, selvas y experiencias extremas, tu mente y tus ojos dejan de impresionarse.

Pasan algunos minutos, Susan y yo apenas cruzamos palabras, y el guía nos pregunta si queremos salir a caminar, inicialmente le digo que no. Leandro sale del agua y Mariam dice que se quedará cuidando las cosas, que no tiene ganas de caminar. Leandro decide ir con el guía a caminar por las ardientes dunas, unos 30 minutos para averiguar si la otra laguna tiene más agua. Calculo, media hora de ida, y media de vuelta caminando en el intenso calor, ¿solo para ver si es que hay otra mejorcita? Al comienzo no estuve de acuerdo y Susan dudó. En pocos segundos evaluamos mientras el guía se alejaba con un puñado de gente. ¿Qué es mejor, quedarnos aquí sentados el resto de la tarde, o vamos a ver que hay más allá?

Nuestra curiosidad nos gana, la mayoría de la gente se quedó en la primera laguna, y muchos más se quedaron en la segunda al ver que estaba completamente seca. Pareciera que entre más lejos íbamos, más seco estaba todo, los árboles también desaparecieron.

La primera grata sorpresa, no fueron 30 minutos, fueron solo 15 o menos, y la segunda sorpresa, fue la formas de las dunas, caminar entre ellas nos dejaba ver algo de vegetación que volvía a aparecer a lo lejos, y la forma sinuosa que tienen los ríos cuando hay lluvias, sin dudas nuestro ánimo comenzó a cambiar. Y finalmente la recompensa, esta laguna sí tenía más agua, al menos hasta la cintura, era más amplia y rodeada de árboles pequeños. 

Esta laguna es llamada la Lençóis Preta, ya que a diferencia de las demás, sus aguas no son de color turquesa, sino oscuras, y se encuentra rodeada de vegetación, según nos dice el guía es la única laguna que permanece con agua todo el año.





Nos sacamos la ropa para meternos a nadar, el agua estaba fresca pero no fría y nos llegaba hasta la cintura, algunos peces pequeños se acercaron a inspeccionarnos y a mordernos de vez en cuando, se ve que Susan es más sabrosa que yo, pues los mosquitos siempre la prefieren a ella, y esta vez los peces también. Las refrescantes aguas se llevaron el calor que sentíamos y también se llevaron gran parte de nuestra decepción. Pero lo que cambió realmente nuestro ánimo y nos hizo saltar como niños fue ver algo de fauna. Una serpiente, grande, una de las más grandes que hemos visto, pasó a escasos centímetros de nosotros, el guía se queda lejos pues dice que es venenosa, lamentablemente no recuerdo el nombre.






Que alegría haber venido con el guía, haber escuchado esa vocecita que siempre nos invita a ir un poco más allá. Haber recorrido un poco más del parque y habernos maravillado con estas vistas. Sin dudas los lugares muchas veces los hace la gente, pero muchas otras, los haces tu mismo, tu propio ánimo. Y en esta ocasión el ánimo fue in crecendo.

Regresamos al punto de llegada para ver el atardecer y reunirnos con Mariam, no tuvo los colores rojos que pensé, pero sí un amarillo encendido en el horizonte furioso. Quizás no fue lo que esperábamos, quizás no vimos lo que veníamos a buscar, pero encontramos algo más, algo que esta más allá de la vista, y recuperamos la capacidad de asombro en algo tan sencillo, pensamos que no valía la pena haber ido, pero nos equivocamos, valió completamente la pena aquella experiencia. 







Mientras nos alejamos en las camionetas, el atardecer comenzó a cambiar de color y el cielo se encendió de color azul y púrpura, una despedida hermosa para una experiencia hermosa. Sabemos que algún día deberemos volver a visitar esta zona en una época más propicia, pues sin duda lo que ofrece este lugar es único.

Doy gracias a Dios, a la Vida, al Universo como dicen los hippies de ahora, al Viaje y a mi hermosa aventurera Susan, por estar viviendo todas estas experiencias juntos, compartir este estilo de vida que hemos elegido con la persona que amo, realmente es invaluable.

Los invito a seguir nuestras aventuras y descubrir qué fue lo que ocurrió en Jericoacoara, porque tuvimos que quedarnos más tiempo del planeado, y cómo fue el año nuevo en Brasil!!


Rumbo a Jericoqoara

Agradecemos a nuestros amigos y familiares, por estar siempre cerca y apoyándonos, sobre todo en esta época de fin de año, de balances y donde se extraña más que nunca a la familia.

Y a nuestros colaboradores; Relieve, Honda Colombia,  Honda Brasil, Liqui Moly, Cardo Scala Rider, Mx Metzeler Chile, Honda Adventure, Año 1, Bujías Brisk Chile, Trail on Fire, Loretta Motos Chile, Indo Trail, MotoCenter, ProCircuit, y Moto-K.

30 abr 2018

Una Navidad diferente desde Brasil!!

José de Alencar fue nuestro anfitrión en Belem, una de las ciudades más influyentes de Brasil, en donde desemboca el Río Amazonas y punto estratégico para los portugueses cuando la fundaron cerca del 1600. Jóse ya está jubilado, y ha viajado en motocicleta por muchos países en su Harley Davidson, habla muy bien español por lo que no ha sido difícil la comunicación, pese a que nosotros apenas balbuceamos portugués. 



A inicios del siglo XX, Belem era una de las ciudades más prósperas de América Latina gracias a la explotación del caucho, en esos tiempos poseía la última tecnología y estaba repleta de extranjeros inversionistas. Hoy su desarrollo se ha detenido y la basura es la que domina sus calles quedando sólo el recuerdo de aquella bonanza que duro hasta 1912, cuando entró a escena el caucho asiático. 

El puerto de Belén es un mudo testigo de aquellas épocas de esplendor, aunque aún llegan barcos que provienen de Manaos con turistas que desean navegar el Amazonas. Aquí funciona un museo, una cervecería artesanal, heladerías de prestigio, puestos de artesanía y ropa, restaurantes y cafeterías.

Debido a que estos días estuvo lloviendo, José nos llevó a conocer parte de la ciudad en su auto, es un hombre muy culto, conoce muy bien la historia de su país y de su ciudad, también nos impresionó lo bien que conoce la historia de Chile. 

En una de esas salidas, nos llevó a probar muchas delicias gastronómicas típicas de la región, como el pirarucú, farinha de mandioca, calderada mista y el açaí, que destaca como uno de los productos estrellas de Brasil.  







El açaí es un fruto redondo como una baya muy similar a un arándano que crece en unas palmeras llamadas Açaízeiros, se dan solamente en estado silvestre en la selva al norte de Brasil. Dicen que tiene muchas propiedades benéficas para la salud, los indígenas lo han consumido por siglos, y hoy es tan popular que lo encuentras en helados, dulces y jugos. Su sabor no se parece a nada que hayamos probado antes, no es dulce ni salado, por lo que la gente lo come con o sin azúcar, a nosotros nos gustó más con azúcar y como postre. Luego veríamos este producto en todos lados durante los 3 meses que estuvimos en Brasil. 



Nuestro paso por Belem fue corto, estamos en busca de un lugar tranquilo donde pasar navidad y año nuevo, pero no hemos encontrado ese lugar en los mapas, habíamos pensado en un parque nacional, pero no hemos encontrado lo que buscábamos. 

Así que continuamos hacia la siguiente ciudad, moviéndonos ahora hacia el oeste, acercándonos al océano atlántico. Nos han dicho que las playas de ese sector son hermosas, pero para llegar allá, aun tenemos que recorrer casi 2 mil kilómetros, el llamado Nordeste.  

Susan se había puesto en contacto con Falcon Negro, un viajero brasilero muy conocido quien a su vez nos puso en contacto con Junior del Moto Club Brothers en Sao Luis de Maranhao. En Brasil la ayuda al motociclista está muy organizada, los Motoclubes también y colaboran entre ellos, casi nunca hay peleas entre sus integrantes o entre clubes. 

Carlos Andres, quien habla muy bien español con acento entre colombiano y venezolano nos recibió para llevarnos a la casa de Junior, quien sería nuestro anfitrión en Sao Luis y quien nos llevó posteriormente a la casa club de los Brothers.  

Es una amplia casa en la playa, cómoda y segura. Antes de llegar, Junior nos llevó al supermercado y compró mercadería como para dos semanas, incluyendo mucha carne y cerveza. "Este es un regalo para ustedes, no se preocupen de nada".

La hospitalidad brasilera es abrumadora, en todos lados nos recibieron con los brazos abiertos, nos llevaban a la casa club y rara vez nos dejaban gastar en algo, es sorprendente. Pero las sorpresas estaban recién comenzando. 

Ya faltaba poco para navidad y aun no sabíamos donde estaríamos, no queríamos importunar en algún motoclub, pero la familia de Junior fue a pasar noche buena a otra ciudad, Junior se quedó por trabajo, por lo que nos invitó a pasar navidad junto a él. Junior es muy alegre, de unos 50 años y también habla muy bien español, él también ha recorrido parte de Sudamérica en su flamante V-Strom 650. 

El misterio y preocupación de donde pasaríamos la navidad ya estaba resuelto. Como estaríamos solos con Junior, se contactó con un amigo cercano de un moto club familiar, los Barba Gatos, son todos muy simpáticos y cercanos, son unas personas muy interesantes, tanto así que podríamos escribir un libro solamente describiendo al moto club y sus integrantes. 

Sin embargo lo describiremos así, Jorge Braz, presidente del club, nos llevó a un city tour por Sao Luis, él es profesor de historia, muy culto y apasionado por la arquitectura y el arte de la ciudad. El recorrido que nos armó por la ciudad parecía sacado de una agencia de viajes. 


Con Barba Gatos y Junior






Recorrido por Sao Luis de Maranhao

Durante ese recorrido vimos un sin numero de cosas interesantes, sobre todo en lo arquitectónico y conocimos la historia de la ciudad. La arquitectura de Brasil, y la configuración de sus ciudades es diferente a lo que habíamos visto en el resto de Sudamérica, mezcla de portuguesa, española y holandesa, lo cual la llevó a convertirse en patrimonio mundial de la UNESCO.

Y es que la arquitectura de las ciudades brasileras y su configuración es muy distinta al resto de Sudamérica, ya que fueron en su gran mayoría dominados por los portugueses, a diferencia de los españoles que conquistaron el resto del territorio. También se ve una gran diferencia en el proceso de independencia, muy diferente a la que se llevó a cabo en los países conquistados por los españoles. El proceso de independencia brasilero fue en una relativa paz y poca resistencia por parte de Portugal. 





Me impresionó mucho el realismo de esta pintura en aquella puerta abandonada

Pero lo que más nos llamó la atención, fue cuando nos adentramos en un barrio claramente peligroso, aunque eramos un grupo grande, Susan y yo nos sentíamos inquietos, las miradas de la gente, el lenguaje corporal de los que nos rodeaban, y uno que otro con cara de pocos amigos que nos seguía por un par de cuadras. 

Hasta que una de esas cuadras, vimos a la policía, algunos de civil arma en mano, como esperando algo, pero alrededor de ellos habían niños jugando a tirarse agua y harina, caminamos cerca de la policía mientras Jorge nos contaba de las calles y la arquitectura, vimos el cadáver de un tipo tirado en el suelo... 

Todos actuaron con normalidad, pasamos a escasos 3 metros del cadáver, el cual era custodiado por la policía, los niños jugando cerca de él, prácticamente saltaban sobre él esquivándolo. Fue una experiencia muy diferente, y poderosa. Es difícil describir todo lo que sentimos en ese momento, tratando de actuar con naturalidad frente a la normalidad con que lo hacían todos los demás, aun cuando todas las alarmas de nuestros instintos saltaban y sonaban como locas. Nunca había visto un cuerpo sin vida tirado en la calle, quién sería, qué ocurrió, es esto normal?. En parte por respeto y por no hablar bien el idioma, no preguntamos nada al respecto. Incluso el día de hoy me estremezco cuando lo recuerdo, y muchas dudas rondan mi mimente. Lamento tanto no haber podido hablar portugués fluidamente. Fue un momento intenso  y potente, que pasó casi desapercibido, pero que caló hondo en nosotros.





A la noche siguiente nos preparamos para pasar navidad junto y los Barba Gatos. Llegamos a la casa de la mamá de Jorge, donde se reúne toda la familia para las fechas importantes, Jorge nos explica que son muy cercanos y unidos. 

Aunque no es la primera vez que paso navidad fuera de casa, ni en otro país, sí es primera vez que la pasamos en una cultura muy distinta a lo que estábamos acostumbrados. En Brasil la navidad no se traduce en la locura consumista que vemos en Chile y que hemos visto en otros países, aquí la navidad es más tranquila, quizás hasta más respetuosa y los grandes regalos son solo para los niños.  

Llegamos a la casa, donde había unas 30 personas, todos nos recibieron con los brazos abiertos. En una mesa larga estaba servida la comida, distintos tipos de platos a la usanza brasilera, esto es que se sirven varias comidas diferentes, varias ensaladas y a veces varios postres. Cada uno toma un plato y se sirve lo que van a comer, como auto servicio. 



Aquí en Brasil no se acostumbra a sentarse todos juntos a la mesa, ni esperarse para comer, cada uno se sirve, se sienta donde quiere, no necesariamente a la mesa, y come, cuando termina lleva el plato a la cocina. Así fue nuestra abundante y sabrosa cena de navidad, conversando con los que hablaban español y portuñol, nuestro portugués, el mio al menos, aun no daba para comunicarme con la gente, Susan entiende y habla más portugués que yo.  

Después de la cena llegó la hora de los regalos. Cada uno de nosotros lleva un regalo, los que no son cosas caras, incluso a veces son un poco en broma, luego se hace una especie de amigo secreto, donde cada uno en forma "secreta", le entrega el regalo a uno de los asistentes. De esta forma todos recibimos algún regalo. 

No existe el estrés ni el endeudamiento por intentar comprar cosas que no podemos realmente comprar, me gustó esta forma de pasar la navidad. Aunque la pasamos con un grupo muy grande y alegre, fue tranquilo y lo disfrutamos mucho. 


Todos son muy amigables, cordiales y cariñosos con nosotros, perfectamente podríamos haber pasado año nuevo aquí, pero no queríamos abusar de la hospitalidad de esta gente tan cariñosa.

Recorrimos algunas playas con Carlos Andres y su linda esposa, Leticia, con quienes aun seguimos en contacto. Ellos también nos trataron como parte de la familia, Leticia hizo muy buena amistad con Susan, y aunque todos nos pedían que nos quedáramos, fue con Letica, Carlos Andres y Junior con quienes estrechamos más lazos, y hasta el día de hoy los extrañamos mucho... 



Son de esas personas tan buenas, honestas y transparentes que te encariñas muchísimo y muy rápido, aunque pasas pocos días con ellos, sientes que los conoces desde siempre, y aquellas despedidas son las más amargas. 


Carlos Andrés y Leticia

Nosotros

Aunque teníamos ganas de quedarnos, decidimos no abusar de la hopitalidad y continuar hacia el oeste, nos hablaron de un lugar muy especial donde podríamos pasar el año nuevo. 

Pero yo no podía irme de Sao Luis sin un gran regalo... el día anterior a la partida, Junior noto que mi moto tenía una pequeña fuga de aceite, me obligo a ir al mecánico, como no era grave, yo no me preocupé y decidí revisarla más adelante cuando pudiéramos reunir más dinero. Como no hablamos portugués, no hemos podido hacer las charlas en las universidades, sólo hemos vendido algunas postales en un par de ocasiones.  

Sin embargo Junior insistió en que no me podía ir así, por lo que conversó con los demás que habíamos conocido durante esos días y decidieron pagar la reparación de mi motocicleta. Hubo que cambiar una empaquetadura y rectificar una rosca rodada, que era la que no apretaba y por donde fugaba aceite. Sin dudas un gran regalo de navidad. 

Esta navidad fue muy diferente, pues por primera vez en mucho tiempo, sentí nostalgia del hogar, de la familia y los amigos que no están aquí con nosotros. Estar con Susan aligera todo eso, porque estamos juntos, nos tenemos el uno al otro, y sabemos que juntos somos fuertes.  

Estaremos eternamente agradecidos por toda la preocupación, por todo lo que nos enseñaron y compartieron con nosotros, por todo lo brindado en este bello país. Gracias a Junior, Jorge Braz, Falcon, Carlos Andres, Leticia, Francisco y Emilson, siempre los recordaremos con mucho cariño. 





En el próximo relato les contaremos dónde pasamos año nuevo, y cómo fue para nosotros pasar un año nuevo en Brasil!! 

Muchas gracias a todos nuestros amigos que siguen en contacto, y a nuestras familias por el apoyo incondicional en esta aventura. Les mandamos un abrazo gigante.

Agradecemos también a Relieve, Honda Colombia,  Honda Brasil, Liqui Moly, Cardo Scala Rider, Mx Metzeler Chile, Honda Adventure, Año 1, Bujías Brisk Chile, Trail on Fire, Loretta Motos Chile, Indo Trail, MotoCenter, ProCircuit, y Moto-K.