5 oct 2017

Entre cuevas y ríos subterráneos

Ruta por el Cañón del Chicamocha en nuestro paso de Bucaramanga a San Gil  

Todos en Colombia nos habían dicho que debíamos probar las famosas Hormigas Culonas. Yiyo nos recibió en Bucaramanga, tierra conocida por estas peculiares hormigas. Con él nos aventuramos a probar los distintos sabores que tiene esta región para ofrecer.  

Junto a Yiyo, Leidy y David, unos amigos colombianos nos fuimos a Giron, ahí probamos la Piñamix y el "Maracumix", postres con helado y fruta muy sabrosos, y por supuesto le dimos una probada a las Hormigas Culonas, son más grandes que una abeja y poseen alas,  nos habían dicho que saben a maní.


Postres en Girón, ellos salen desenfocados, pero no importa, yo salgo nítido!!

Por los alrededores de Bucaramanga

Los indígenas de la zona se las han comido durante siglos, dicen que tienen muchas propiedades y vitaminas, incluso que son afrodisíacas. Compramos algunas hormigas para probarlas, pero Leidy argumentó que ya las había probado así que no comió. Eso nos hizo sospechar, pero parte de la aventura de esta Expedición en Moto, es precisamente probar cosas nuevas, aunque se vean raras. No creo que tangan sabor a maní, más bien yo creo que es como maíz tostado aunque las patas se sienten raras en la boca.






Hormigas culonas, crujientes y ...

Hace un rato que Susan y yo veníamos en busca de unos pueblos bien aventureros que no habían mencionado, así que luego de probar las Hormigas Culonas, atravesamos el famoso Cañón del Chicamocha para llegar a San Gil, es realmente una quebrada muy muy grande con hermosas vistas. 

Ya en San Gil nos recibió Joso. Este pueblo es muy pintoresco, turístico y visitado por mochileros. Una de las actividades estrellas son la espeleología en cavernas y las caminatas del tipo que nos gustan a nosotros. 

Para realizar estas actividades dejamos las motos en San Gil y nos desplazamos utilizando el transporte local, les llaman "buzetas". Desde San Gil nos fuimos hasta Curití donde están las cuevas más famosas. Hay que ir con guía y tiene un costo de 30 mil pesos colombianos por persona (6 mil pesos chilenos aprox). La aventura vale totalmente la pena. 






En la Cueva de la Vaca

Comenzamos haciendo una breve caminata por el bosque hasta la entrada de la cueva de la Vaca, donde ingresamos al interior de la Madre Tierra. El recorrido es muy interesante, además de tener que sumergirte en un río subterráneo para poder atravesar de un salón a otro, a veces de rodillas y a veces arrastrándonos para poder avanzar. Una verdadera aventura entre murciélagos, estalactitas, estalagmitas, estalagnatos (unión de estalagmitas con las estalactitas tipo columnas) grandes salones y algunos pequeños. 

Nunca se sintió el aire enrarecido, sí había un olor particular, según el guía era excremento de murciélago. Un pequeño riachuelo corre por nuestros pies durante toda la caminata al interior de la oscura cueva, pero nuestras linternas son suficiente para iluminar el angosto pasillo por el que nos desplazamos. Fue una experiencia maravillosa, totalmente recomendable.    

Luego de volver a la agencia donde nos dimos una ducha, regresamos a San Gil para ir a Barichara. Ahí hay un sendero que es parte del Camino Real, un antiguo camino colonial que unía el pueblo de Barichara con Guane, incluso algunos llegaban a Bogotá y otras grandes ciudades de Colombia. 

El sendero que va desde Barichara a Guane está en muy buen estado y es muy fácil seguirlo. Atravesando este lugar nos hace retroceder en el tiempo, 200 años o más, cuando los peregrinos usaban este tipo de caminos para moverse de un pueblo a otro, donde a veces circulaban caravanas de carretas. Me hace pensar en que quizás así es el Camino de Santiago en España, un camino que alguna vez nos gustaría recorrer. 






Por el Camino Real, desde Barichara a Guane

Luego de una agradable y hermosa caminata de tres horas aproximadamente llegamos a Guane, un pueblito bien pequeño y pintoresco, llegamos justo a la hora que salía la buzeta. Por 7 mil pesos colombianos nos llevaba de regreso a San Gil. En moto quizás habría salido más económico, dependiendo de cuanto nos hubiesen cobrado por el estacionamiento, pero apenas nos montamos en el bus, se largo un aguacero de aquellos bíblicos, con tormenta eléctrica y todo, ahora abrazaditos en el bus, agradecíamos estar resguardados de la fuerte lluvia y no haber ido en moto. 








Guane, un pequeño y pintoresco pueblito que sigue sus antiguas tradiciones

Llegamos a la casa de Joso rendidos pero felices por las aventuras del día. Hace mucho que necesitábamos este tipo de actividades en Colombia. Definitivamente este lado oriental del país cafetero nos ha sorprendido y ha llenado nuestras expectativas.

Otro de los maravillosos sitios naturales que nos habían recomendado estaba aquí muy cerca, en Guadalupe. Joso nos puso en contacto con un amigo de él que vive ahí, le llaman en Gallo de las Rutas. 

Como no tenemos chip colombiano, nos comunicamos sólo cuando hay wifi o llamamos por teléfono, y así lo hicimos cuando llegamos a Guadalupe. El Gallo nos llevó a un hermosísimo balneario donde se puede acampar, la carpa y las moto quedan bajo techo, hay baños, asaderas, duchas, electricidad y agua potable. Y lo mejor de todo es que es absolutamente gratis. Además justo al frente hay una pequeña tiendita donde se pueden comprar algunas cosas. 

A las afueras de Guadalupe encontramos este lugar donde estuvimos acampando. Hermoso

Al día siguiente bien temprano nos juntamos con el Gallo, levantamos el campamento y dejamos el equipaje con el señor de la tiendita quien amablemente nos guardó todas nuestras cosas para movernos cómodamente sin equipaje durante el día.   

Salimos en nuestras 2 Falcon Rockeras hacia la Quebrada de las Gachas, otro de los imperdibles de Colombia. Casi todo el camino es de tierra y barro haciendo que la aventura sea más intensa. Hay dos formas de llegar, una por la cual el sendero dura unas 3 horas, y por donde nos llevó el Gallo, tomando un atajo para recorrer aproximadamente 20 minutos de caminata desde donde dejamos estacionadas las motos.









En la Quebrada de las Gachas, un lugar maravilloso

La Quebrada de las Gachas es un sitio único, ya lo habíamos visto en fotos, pero nunca habíamos estado en un lugar así, donde el río sigue la senda de una gran laja de piedra con colores hermosos, el mismo río ha esculpido y le ha dado forma a través de los años a esta laja haciendo que se formen profundos pozones. Nos deslizábamos por la laja como si fuese un tobogán para luego desaparecer dentro de los angostos pero profundos pozones. 

Continuamos la aventura en aquellas lajas, nos metimos por debajo de la laja, íbamos por un túnel con el agua hasta la cintura y a veces hasta el cuello, porque debíamos ir entre nadando y arrastrándonos por el estrecho conducto natural hasta llegar a una hermosa casaca y un precipicio entre la selva. 





En la Quebrada de las Gachas

Pasamos una mañana muy entretenida jugando en las Gachas, pero el Gallo nos tenía reservadas más aventuras. Así fue que volvimos sobre nuestro pasos hasta las motocicletas y conducimos entre montes y selva para llegar a un lugar llamado la Cueva del Verraco.  

Dejamos las motos a un lado del camino y nos dispusimos a caminar entre el barro y la espesa vegetación por un angosto camino hasta que encontramos un río y lo seguimos por unos pocos metros, y entonces de entre los árboles, divisamos la entrada de una gigantesca cueva. Era enorme, oscura y húmeda. Mucho más grande que la que ya habíamos visitado en San Gil

Nunca había visto tantos murciélagos, y eran enormes, los más grandes que he visto. La cueva tiene una profundidad de unos 500 metros pero no es tan alta, sí es ancha y rocosa, haciendo que sea fácil para un animal ocultarse en ella. Aunque tiene salida al otro lado las curvas impiden el paso de la luz natural haciendo que la gran oscuridad se trague la luz de nuestras linternas y podamos ver solamente unos metros por delante de nosotros. 



La Cascada de los Caballeros

A veces sentíamos que algo nos rozaba la cabeza o posaba delante de nosotros revoloteando, los murciélagos no nos temían, por el contrario, yo creo que se acercaban a ver que tan deliciosos podíamos llegar a ser. 

Imaginé que algún animal salvaje podía vivir ahí, algún puma, jaguar, ocelote u otro gran felino. Pero el Gallo ya había ido varias veces y nunca se había encontrado con nada, eso me calmaba un poco, solo un poco. 

Pese a sentirnos un poco inquietos en esa gran oscuridad fue una gran experiencia, más envolvente que la cueva de la Vaca, quizás porque esta se veía aun más rustica (si es que eso es posible) y menos turístico, haciéndolo más salvaje. Ambas cuevas me gustaron de todas formas, tienen bellezas distintas.

En esta cueva podíamos ver troncos gigantes al interior, seguramente en alguna época del año el río que cruza la cueva viene con tanta fuerza que arrastra desde más arriba aquellos inmensos y pesados troncos, así que espero que hoy no llueva mucho. 

Luego de eso seguimos la ruta por la selva y el monte hasta llegar a la Cascada de Los Caballeros, es una enorme cascada. No cobran por el ingreso, así que dejamos las motos estacionadas al lado del camino y nos acercamos hasta los pies de la cascada para refrescarnos. 

Qué grandes aventuras vivimos junto al Gallo, muchas gracias amigo por mostrarnos estas maravillas naturales de Colombia.   

Las Gachas

Los invitamos a seguir viajando con nosotros, en la próxima entrada del blog le relataremos nuestro paso por Tunja, Villavicencio, Bogotá, Calí y una gran aventura en la selva del pacífico, cerca de Buenaventura en San Cipriano.

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