11 may 2016

Está bajando el otoño

Amigas y amigos, volvemos a tener computador! 

Así que podremos retomar los relatos de nuestra Expedición en moto donde los dejamos hace un par de semanas, y eso es en Caleta Tortel. 

Mientras estuvimos en Tortel dejamos las motos cargadas, no bajamos nada del equipaje, sólo le poníamos las carpas de las motos para "disimular" nuestras cosas.
Quizás fue sólo suerte, como acá es tranquilo y no pasa nada decidimos dejar todo ahí y llevarnos al hostal solo lo necesario, pues no queríamos arrastrar por las pasarelas todo el equipaje. Y nos empezamos a mal acostumbrar, confiándonos mucho. 

Ese día salimos temprano de la hostal ya que estaba todo cargado en las motos, y nos fuimos a tomar desayuno al lado de nuestras nenas en los quinchos dispuestos en la rotonda de Tortel. Fue muy curioso ver como una pareja de chilenos se las ingeniaba para meter las dos bicicletas de los canadienses en su Jeep, después de un rato lo lograron. Maestros del tetris!

La ruta desde Tortel a Yungay está en muy buen estado, nos sorprendimos de lo bueno y de lo hermosa que es la ruta. Después del cruce hay que subir una cuesta sinuosa, con un gran acantilado a un costado de ella, al ascender comenzamos a entrar a la nube que mojaba levemente, esa nubosidad baja que se mete entre los arboles y las quebradas, qué bellas postales!. 

Al llegar a Puerto Yungay descubrimos que la pareja de chilenos no iba a Villa O'higgins, simplemente trajo hasta acá a los canadienses para que no tuvieran que pedalear ese tramo (40 y algo kms) bajo la llovizna. Notable!!! Los chilenos iban en realidad a Coyhaique, un viaje de mas de 12 horas, y aun así se desviaron de su camino para traer a los canadienses. 

El ferry en Puerto Yungay

Aunque la llovizna era tenue quisimos salir temprano de Tortel pues no conocíamos el real estado del camino, así que llegamos tres horas antes al embarcadero. En Puerto Yungay solamente hay un refugio gratuito y una cefetería algo cara. Nos tomamos unos cafés y luego unas deliciosas y gigantescas sopaipillas que hizo la dueña. Nos quedamos las 3 horas en la cafetería conversando con los canadienses, a las 18:00 hrs salía la barcaza gratuita subvencionada por el Estado para trasladarnos desde Puerto Yungay a Río Bravo, y de ahí son 90 kms más de ripio hasta Villa O'higgins. A las 18:00 en punto comenzaron a subir los buses, autos, camionetas y camiones. Incluyendo una cama baja con una excavadora, a nosotros nos dejaron para el último. 

Sopaipillas Gigantes

Preparándonos para abordar

La travesía dura 45 mins y fueron los más cortos de nuestras vidas. Había dejado de llover y la baja nubosidad nos regalaba vistas increíbles de los cerros y glaciares que asoman en las cercanías. El ferry llamado Padre Antonio Ronchi, se movía sobre el agua como si se tratara de seda, dejando estelas esmeraldas y azul profundo a su paso. Tremendo espectáculo. 

Hermosa travesía por el Fiordo Mitchelle para llegar a Río Bravo


Su, motografiando la Patagonia!


Nos apresuramos a equiparnos y calentar las motos para continuar. En la otra orilla, que es Río Bravo solo hay un refugio gratuito bastante decente. Eran las 19:00 hrs y debíamos decidir si quedarnos ahí o manejar de noche con una posible lluvia que se avecinaba. 
Los canadienses se quedaron en el refugio pues para ellos recorrer ese tramo de 90 kms hasta Villa O'higgins son entre 2 a 3 días (mencioné que tienen más de 50 años??). Miré un rato el cielo y pensé... "mmm, no va a llover". 

Le propuse a Susan continuar aunque fuera de noche debido a que eramos los últimos en dejar el puerto, por lo que nadie más vendría detrás de nosotros y posiblemente nadie pasaría del otro lado pues la barcaza no sale hasta mañana en la mañana. En cambio si nos quedábamos, al otro día nos toparíamos de frente a todos los que venían volando tratando de tomar la primera o segunda barcaza, ella estuvo de acuerdo y así lo hicimos. 

Fue la mejor decisión!! Por alguna razón la noche estaba muy tibia, la más tibia que habíamos tenido. Cuando llevábamos unos 20 kms nos encontramos con el camión que transportaba una excavadora justo en una subida de curvas, en lugar de dejarnos pasar a nosotros primero decidieron tirarse igual para no perder el impulso que traían de la larga recta, resultado final?, quedaron en la primera curva sin poder maniobrar. 
Querían que pasáramos por el lado, sin embargo había mucho ripio suelto así que les dije que no. 
Esperamos que hicieran su maniobra. Una, dos, tres veces y nada, el camión no conseguía subir y se venía cada vez más atrás y cerca de nosotros por lo que tomamos una muy prudente distancia y comenzamos a grabar lo que veíamos. 
El operador de la excavadora decidió bajar ahí mismo la máquina!! 

En varias oportunidades pensamos que el camión o la máquina se volcarían, ya eran más de las 20:00 hrs por lo que estaba oscuro, ahora anochece más temprano así que nuestras cámaras no podían fotografiar sin flash. Finalmente, después de una hora o más, pudo bajar la máquina, el camión se hizo a un lado y nos dejaron pasar. 

Era una noche muy oscura y mis neblineros parecían sólo apoyar al foco principal. El camino estaba en muy buen estado y aunque lo estábamos recorriendo de noche era hermoso. Podíamos escuchar muchas cascadas que caían al lado del camino, no las veíamos, pero sabíamos que había de todos los tamaños. 

Pudimos apreciar parte de los bosques que de vez en cuando se asomaban y hacían un túnel de árboles por donde pasábamos. También vimos muchos animales, y aunque habían letreros avisando de la presencia de huemul, no vimos ninguno. Sí muchas liebres y vacas en la ruta. Yo que iba al frente las iba arriando en mi caballo de metal. Algunas me hacían caso y se movían, otras me miraban incrédulas como diciendo.. y éste? 

En una oportunidad unos novillos corrieron después que pasé yo y se le cruzaron a Susan, ella frenó muy brusco y perdió el equilibrio. Vi en mi espejo como se caía al suelo, cuando llegué al lado de ella me dijo que había quedado como un escarabajo de espaldas en el suelo y no se podía parar. Estaba muerta de la risa!!! 
Y se preguntaba a dónde se escaparon los culpables, imaginándose que estaban detrás de los arbustos pensado: "xuxa, la cagaita que dejamos", pues no se veían por ningún lado.

Una vez más, no le pasó nada ni a ella ni a la moto, sólo se reía. Yo dejé a mi moto rockera estacionada al medio del camino encendida mientras ayudaba a Susan a levantar la de ella.

El resto del camino fue sólo disfrute. Hubo un momento que parecía como si fuésemos dentro de una nube, pero cuando despejó la temperatura se elevó aun más y llegamos a Villa Ohiggins con calor. Que maravilla! Tremendo recibimiento nos daba el pueblo que marca el final de la Ruta 7, más conocida como la Carretera Austral. 

De verdad nos pusimos muy contentos por llegar a Villa O'higgins, es como lograr la cumbre de una montaña, esa es la sensación que te queda, lograr algo hermoso y peligroso al mismo tiempo, y al igual que alcanzar la cima, es sólo la mitad del camino, hay que regresar, sanos y salvos. 

Recorrer en moto la Carretera Austral fue un gran sueño incluso desde antes de salir de Santiago, y para Susan era muy importante llegar hasta acá, sabíamos que habíamos salido tarde de Santiago y que por el clima quizás no alcanzaríamos a llegar ni a las Torres del Paine ni a Ushuaia, pero Susan quería llegar a Villa O'higgins, y aquí estábamos, sin ninguna dificultad mayor, sólo anécdotas para contar en los asados. 

Javier el Perro, de Ida y Vuelta en moto nos había recomendado la Hostal El Mosco, luego en la ruta otros viajeros que venían desde acá también nos habían dicho que debíamos parar ahí, así que en cuanto llegamos nos fuimos a la Copec para preguntar dónde estaba, sólo unos metros más allá. 

A diferencia de Tortel, no había llovido en Villa O'higgins. Así que cuando llegamos nos inclinamos por el camping más que por la hostal (El Mosco tiene hostal, camping y cabañas) El cielo estaba despejado, el suelo seco y el aire tibio, tampoco corría viento, asombroso. 
En la Hostal de El Mosco la cama vale 9.000 y el camping 5.000 por persona con derecho a utilizar todas las instalaciones como si estuviéramos alojando en la hostal, incluyendo el WiFi, cocina, baños, agua caliente, etc.

Aunque eran las 22.00 hrs, no estábamos cansados pero sí con hambre así que mientras yo levantaba la carpa, Susan fue a cocinar para deleitarme una vez más con sus exquisiteces. ¿Les he dicho que cocina demasiado bien?? Esta mujer es increíble. 

Nuestra estadía en Villa O'higgins fue maravillosa, mágica, un sueño espectacular, incluso hoy cuando me preguntan por un imperdible de la ruta, sin dudar les digo que deben ir a Villa O'higgins.

Esa noche conversamos con Fili, la dueña del lugar que tiene  unos 40 y pocos años y unos Suizos que viajan en camioneta, también van hasta Ushuaia. Le comentamos a Fili que queríamos hacer algunas caminatas y excursiones y ella nos invito a un trekking que haría en unos días más a un cerro con un glaciar a sus pies llamado El Submarino. Obviamente nos anotamos para ir con ella y una chica argentina que andaba en misión de exploración. La había enviado la empresa para la que trabaja en Chalten.

Ese día conversamos hasta tarde así que al día siguiente nos levantamos súper tarde, era justo y necesario un regaloneo. Luego de desayunar fuimos a recorrer el pueblo en moto, preguntamos en informaciones turísticas qué se podía hacer y nos fuimos hasta el final de la ruta, al fin de la Ruta 7, al final de todos los caminos transitables por vehículos, ahí donde  todos se toman la foto como si fuese la foto de cumbre, el final de la Carretera Austral.
Y nos vamos hasta el final

Qué maravilloso, qué increíble poder estar acá!!

Lo logramos! Susan, eres lo más grande!


En el muelle del final del camino

Era un hermoso día con nubosidad parcial pero hacía calor y no había nadie en el final del camino, así que pudimos tomarnos todo el tiempo del mundo para sacarnos la foto. Dejamos las motos rockeras que tan bien se han portado estacionadas y nos fuimos a caminar por los alrededores y disfrutar tranquilos este bello y significativo momento. 
Parte de nuestra hazaña, de nuestro viaje y nuestra ruta estaba completa. 


Regresando a El Mosco

Motografiando la Patagonia!

Volvimos a El Mosco y le hicimos unos cariñitos a nuestras motos. Lubricar cadena, comprobar la tensión de ésta, revisar los pernos. Encontré un perno cortado en mi parrilla pero lo solucioné con amarras plásticas, una arreglo de esos provisorios para siempre. Y traté de reparar los neblineros de Susan que se apagan a veces pero no pude encontrar el problema, tenía que sacar el estanque para revisar los cables pero ya se estaba haciendo de noche y ella me esperaba con la cena. 

Uri, El Navegante



Al día siguiente nos fuimos a hacer el Sendero Alta Vista, que nos habían recomendado mucho, Fili nos dijo que en ésta época (Abril) ya se podían apreciar los cambios de tonalidades de las hojas, de verde a naranjo y luego rojo, es un espectáculo maravilloso que ocurre desde las altas cumbres gradualmente hacia abajo, por eso Fili nos decía que "el otoño está bajando". 


Inicio del Sendero Alta Vista que es parte de la red Senderos de Chile

El estacionamiento

Es un sendero de dificultad media tirando para baja. Teníamos la esperanza de ver un huemul, pero un vez más nos fue esquivo. En cambio tuvimos vistas panorámicas, en un hermoso y bien delimitado sendero, de todo el pueblo, también podíamos ver los imponentes glaciares a lo lejos y grandiosas lagunas. 
Aunque el sendero tiene su encanto, la verdad es que no superó nuestras expectativas. quizás porque el "final" del camino lo vez en todo momento. Aún así creo que vale la pena hacerlo, tiene miradores increíbles. 

Vistas del sendero y sus miradores






Al regresar, cuando estábamos llegando a las motos nos encontramos con los dos ciclistas chilenos que unos días antes nos habían regalado unos pesos argentinos en el camping de Cochrane, "para una cerveza" dijeron. 


Resultó que se estaban alojando en El Mosco también, habían llegado en auto con otros viajeros y arrendaron la cabaña, nos invitaron a pasar un buen rato con ellos esa noche pero la verdad nos fuimos a acostar más o menos temprano pues al otro día era la excursión a El Submarino, así que con Susan tomamos medio litro de buen vino en caja y nos fuimos a acostar. Se notaba que la temperatura había bajado y Fili nos prestó una frazada para que no pasáramos frío. 

Que gran ayuda! Efectivamente esa noche hizo mucho frío en el pueblo, de hecho escarchó y en las zonas altas nevó, fue sorprendente despertar en la mañana y sentir que la carpa parecía de cartón, por lo congelada que estaba. Esto sería de gran ayuda para nosotros al llegar al glaciar!

Todo escarchado, pero no pasamos frío!

Hace mucho que no nos levantábamos tan temprano pero es mucho mejor comenzar temprano la caminata y volver con luz de día a casa. Salimos desde El Mosco Susan, Fili, Bárbara, la chica argentina que trabaja para una agencia en Chalten y dos amigos de Fili. Ellos son de Valdivia, pero hace unos años vinieron de viaje y se enamoraron del lugar, ahora vienen cada temporada a trabajar y se van solo para estudiar, a penas terminan el semestre, vuelven a Villa O'higgins.
Fili tiene un perra muy inteligente que nos iba guiando, tanto así que pasó a buscar a otro perro para que nos acompañaran en la travesía.

Hacia el Submarino

Las cumbres nevadas

Así que "La Comunidad del Jurel" ya estaba completa para ir en busca del glaciar de El Submarino. Fili conoce muy bien este lugar, y esta excursión es una de las que le faltaba hacer, básicamente porque el sendero no está muy marcado, se pierde constantemente, pronto comprobaríamos que eso era verdad. 

La Comunidad del Jurel tipo salmón!!


Esta excursión nos marcó mucho, pues fue absolutamente mágica y hermosa. Salimos de Villa O'higgins en busca de los bosques, con un día radiante, caluroso y soleado, nada que ver lo en el frío de la noche anterior, primer regalo de nuestra Madre Tierra. 

No hay que caminar mucho para llegar. Un bosque muy antiguo y tupido, a rato con amplios senderos pues se metían con máquinas a buscar leña nos dejaban pasar entre los altos árboles. Hasta ese momento el sendero no nos exigía mayormente para avanzar y podíamos tener una divertida y agradable charla entre todos para conocernos mejor. 

Se ve que Fili ama lo que hace y ama este lugar. Conoce muy bien la historia del pueblo, reconoce fácilmente las especies, tanto de flora como de fauna, estábamos en eso cuando escuchamos a los carpinteros con su tremenda fuerza para golpear los árboles buscando su comida. Estaban cerca pero no podíamos verlos, los perros se portaron increíble pues no ladraron ninguna vez y nos los ahuyentaron. Entonces uno de nosotros ve al primero!! 

Que gran maravilla, nunca los había visto tan cerca y por tanto tiempo. Se dejaron fotografiar y filmar. Un nuevo regalo de la naturaleza. 

Hermosos carpinteros


El sendero lentamente se pierde pero lo podemos encontrar sin mucha dificultad y al mismo tiempo la pendiente comienza a ser cada vez más pronunciada. Luego de pasar ésta parte complicada, la cual nos muestra vistas panorámicas del valle en el cual está enclavado el pueblo, el sendero se pierde definitivamente, pero seguimos avanzando igual ya que el antiguo bosque de lenga y ñirre baja en frondosidad para dar paso a una zona más húmeda y arbustiva.   
Mucho calafate y otros arbustos que no supe reconocer, también chaura, chilco y murtilla nos impedían el paso, acá el mallín es más espeso y húmedo y tenemos que hacerle el quite para no terminar como esta vaca... 

Que horrible final

Aunque habíamos comido distintas frutas de los arbustos, no habíamos encontrado calafate jugoso, todos parecían pasas pero los comíamos igual pues la leyenda dice que cuando comes calafate, regresarás a la Patagonia. Y el tercer regalo del día se hizo presente, encontramos calafate tierno y jugoso!! Había tanto que pudimos compartir con todos los miembros de la caminata. Que delicia.

Al fin calafate

Susan y yo nos habíamos quedado un poco más atrás recogiendo calafate, debido a la fuerte pendiente íbamos mirando el suelo mientras subíamos, cuando levantamos la mirada todos nos quedamos inmóviles, pues ahí estaba en frente de nosotros, el Señor de los bosques, tremendo huemul nos daba la bienvenida y estaba realmente cerca, incluso nos permitió acercarnos mucho más, imagino para dejarse fotografiar y posar desde más cerca. Ahí se quedó, observándonos largo rato.


Imponente y gallardo se erguía ante nosotros, no podría decir cuanto tiempo estuvimos ahí, el tiempo pareció detenerse, y así como llegó de la nada, de la nada se fue, igual que un fantasma despareció.


No imaginamos que íbamos a ver un huemul, los perros se quedaron en silencio y ni se movieron, como si supieran lo importante que era ese animal. 


La fuerte pendiente continuaba y ahora perdimos el sendero una vez más, sendero que ya no volvimos a encontrar, nos metimos en un bosque más joven y mucho más denso, apenas podíamos caminar, en muchas oportunidades debíamos correr las ramas con las manos y pasar por encima de los troncos. Atravesar este océano verde y naranjo nos tomó mucho tiempo y energías, aun así daban ganas de seguir pues los colores que reflejan gracias al sol son muy intensos. 



Al rato logramos salir del bosque. Fili nos había dicho que después del bosque ya venía lo fácil, aunque no retomamos el sendero, salimos a un verde prado de pasto que parecía recién cortado, posterior a eso unas cascadas increíbles, y para finalizar, el glaciar en el fondo esperando por nosotros. 

Pese al agotamiento natural, apuramos un poco el paso pues estábamos llegando a la hora límite para regresar, sabíamos que si a las 16:00 hrs no estábamos en el glaciar, habría que regresar sin importar donde estuviéramos para volver con luz de día. 



El paisaje cambia radicalmente, mucho más paisaje de alta montaña, con rocas y piedras, a ratos manchones de nieve que no se habían derretido aun.                                                 

Estando el sol alto todavía logramos llegar a nuestro destino. Yo había pensado que debido a la fecha todo el hielo del glaciar sería cristal, por lo que no podríamos pararnos sobre él, pero como anoche nevó, tenía una fina película de de nieve, dejando las pocas grietas a la vista y permitiéndonos caminar sobre él!



Es el glaciar más grande que Susan había visto de tan cerca y nunca se había parado sobre uno, así que imaginen lo feliz que ella estaba, como niña pequeña caminando por todos lados. 
Me encanta su espontaneidad. Pasamos un muy buen rato ahí arriba, que ganas de alcanzar la cumbre de ese cerro, se veía tan cerca, pero sin duda nos haría falta otra jornada más para acceder.

Antes de salir del campamento Fili nos regaló unas cervezas para celebrar cuando llegáramos arriba y todos llevamos comida para compartir, unos panes con queso y atún, galletas y más. Sin duda lo que más necesitábamos eran esas cervezas que pusimos a enfriar en el glaciar. 


El Submarino a nuestras espaldas

Celebrando junto a Fili y una cerveza heladita!

Luego de disfrutar de éste nuevo regalo, una grata conversación y sacarnos las fotos de rigor, nos dispusimos a descender. Ahora fue mucho más fácil pues podíamos ver por donde había que bajar, algo fundamental ya que el 80% de los accidentes en montaña ocurren al bajar, debido a varios factores, tener buena visibilidad nos ayudó mucho.


Antes de volver a ingresar al bosque joven y difícil de transitar (yo estaba buscando una forma de rodearlo sin tener que pasar por dentro), el majestuoso Vigilante Silencioso salió a nuestro encuentro. Y no era uno, sino varios. 


Uno de los chicos dijo que nos tiráramos al suelo para que el cóndor bajara un poco más. Pensando que esto no funcionaría me tiré al piso lentamente para sacar mi cámara... y qué creen!! Tenía razón, al menos esta vez funcionó y las imponentes aves bajaron un poco más y pudimos contemplarlos de bien cerca.


Felices por todos los regalos, tratamos de hacerle el quite lo más posible al bosque y logramos encontrar el sendero por lo que el descenso fue mucho más rápido y expedito.  

Al llegar al bosque añoso, el sol comenzaba a ocultarse y la gama de colores que se nos presentaron eran realmente alucinantes. 




Susan y Bárbara despidiéndose del bosque

Llegamos cansados pero muy contentos, el día había sido maravilloso, un sueño. Compartimos una deliciosa cena en la cálida cocina de El Mosco. Todo el día habíamos bromeado con lo que ibamos a comer al llegar abajo, todos los menúes y manjares pasaron por la mente, adivinen qué ganó...  

Pan con una tremenda ensalada de jurel y cebolla! Un clásico. 

Un abrazo para todas y todos!

Bárbara se iba al otro día junto con varios otros viajeros que iban a tomar un ferry que sale desde Villa O'higgins hacia un sendero que conecta con Chalten, sólo se puede hacer a pie y en bicicleta. El ferry tiene un costo de 35 mil pesos. Barato para lo que te ahorras en volver a Cochrane y por el Paso Roballos o ir más al norte y cruzar por Chile Chico.

Nosotros elegimos el Paso Roballos para cruzar a Argentina y continuar por la Ruta 40. Esa noche volvió a escarchar y ya se pronosticaba nieve para Villa O'higgins, así que teníamos en la mente que no podríamos llegar a Torres del Paine y menos Ushuaia. 

Entendiendo eso, nos volvimos a tomar todo el tiempo del mundo y disfrutar lo que con seguridad podíamos hacer y comenzamos a planear un día a la vez.

Ese día Fili nos hizo tremendo regalo, nos invitó a dormir adentro, así que las dos últimas noches que pasamos en El Mosco dormimos en un cama caliente y al final, el día que dejamos Villa O'gihhins Fili nos hizo un cobro simbólico, casi por cobrarnos algo, "ésta es mi ayuda para su viaje, pero que los pille durmiendo en cualquier parte!!!" Sólo eso dijo. 

Que grande Fili, de verdad muchas gracias por todo, eres increíble!

Mucha gente nos ha ayudado a concretar nuestro sueño de éste viaje en moto. Y después del robo de nuestras pertenencias otros más se unieron a esta Expedición de forma tangible, muchas gracias a todos ustedes por creer en nosotros, identificarse con lo que estamos haciendo y viajar con estos locos y motógrafos! 

En especial a nuestras familias y amigos, Jaime, Álvaro, Javier el Perro, Andrés el Rey de la Bici en Pto Natales, Bernardo, Hugo y Salvador en Punta Arenas y a Daniel y Adri en Ushuaia!! 

Sí amigos, no lo sabían? Llegamos a Ushuaia, pero deberán esperar para conocer todas las peripecias que pasamos, incluso nuestro intento por llegar a Puerto Williams y recorrer la Isla de Tierra del Fuego. Qué indómito y hermoso lugar. 

Saludos a todas y a todos, sigan viajando con nosotros porque la Expedición en moto continúa!!  

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