21 sept 2017

Entrando en la indómita Guajira

Cabo de la Vela, una hermosa playa en el medio del Desierto de la Guajira

La Guajira comienza en el río Palomino. Es una zona al norte de Colombia habitada por los wayuú, indígenas que habitan ahí hace siglos. Hay un enorme, solitario y caluroso desierto que cubre casi en su totalidad la Guajira. Nos han dicho que es una tierra peligrosa de visitar, no sólo por las duras condiciones climáticas y del terreno, sino también por los "wayuú" y, recientemente, por algunos venezolanos que han llegado a delinquir, sobre todo en las ciudades fronterizas como Maicao, que es a donde nos dirigimos nosotros.

En Palomino nos recibió Johan con quien pasamos unos días increíbles, entre el Río Palomino y en la Playa del mismo nombre. Ahí "navegamos" el río en una cámara de camión hasta llegar a su desembocadura en el mar. El paisaje es selvático y muy bello. Justo en la desembocadura pasamos el resto del día, bañándonos en el violento oleaje del mar y alternando con las frescas aguas del río Palomino. Muchas gracias Johan por tu hospitalidad y los buenos momentos que compartiste con nosotros. 


Gracias Johan por todo!




Atardecer en Palomino, donde el Río se une con el mar

Luego seguimos la ruta hacia Maicao, ciudad fronteriza con Venezuela. En Maicao nos esperaba Alí del Club Desérticos off Road. Él se había comunicado conmigo desde que entramos a Colombia, hace ya casi 4 meses, invitándonos a quedarnos en su casa.



Ali le enseña a Susan como hacer Shawarma

Él recibe viajeros y tiene un puesto donde vende shawarma en la calle, nos cuenta que siempre le brinda comida a los viajeros, se queden con él o no. Así mismo los Desérticos tienen una casa club donde hospedan a los viajeros. Yo pensé que nos quedaríamos en el "patio", como llaman a la casa club, pero Alí nos invitó a pasar los días en su casa.

La convivencia con Alí fue de película, es una gran persona, de muy buen corazón, tiene mucho que entregar, muchas historias y hay mucho que aprender de él. No es colombiano, él nació en Paraguay, su madre es paraguaya y su padre del Líbano, así que es árabe y musulmán. aunque nos cuenta que tiene problemas con las religiones, él cree en ser bueno, hacer el bien, sin distinción de persona, raza o credo. Y se le nota.




Visitando la Mezquita con Ali

A la Guajira llegó una colonia árabe muy importante, aquí en Maicao se nota muchísimo, en cada esquina ves árabes caminando, hombres y mujeres con sus trajes típicos. También hay una de las Mazquitas más grandes de Sudamérica. Alí nos llevó un día a conocerla, donde aprendimos mucho del Islam, desmitificando muchas cosas que creíamos saber de ellos.

Conversando con uno de ellos me marcó una frase que nos dijo; "No aprendan el Islam de nosotros, porque somos pecadores, apréndanlo de las escrituras." 


Al día siguiente preparamos nuestras cosas para ir al Cabo de la Vela, también queremos ir a Punta Gallinas, que es el sitio más al norte de Sudamérica. Ya estuvimos en Ushuaia, lo más al sur que podíamos llegar, ahora queríamos unir el punto más austral con el punto más al norte del continente, Punta Gallinas, pero para eso debíamos esperar unos días a que los chicos del club tuvieran la oportunidad de ir, además justo venían varios viajeros que también querían ir a Punta Gallinas, así que evidentemente era mejor esperar un poco e ir todos juntos.

Mientras esperábamos, aprovechamos de ir al Cabo de la Vela. Nos habían hablado mucho de ese lugar, aunque nosotros no habíamos visto fotos ni habíamos averiguado mucho de él.



Disfrutando en el Cabo de la Vela

Para ir al Cabo de la vela necesitas llevar bolsas de dulces, funcionan como "peaje" para las decenas de niños que con cuerdas impiden tu paso. Si no les das dulces, te piden dinero. A nosotros nos habían advertido de esto así que llevamos muchos dulces. 



La policía nos advirtió de no parar en Uribia, dicen que es un ciudad peligrosa. Luego lo comprobamos hablando con 2 chicos a quienes les habían robado la moto en Uribia y a otro más a quien asaltaron en el Cabo de la Vela, en el sector del Parque Eólico. 

En Uribia termina el asfalto y comienza el ripio, está en muy buen estado pero nosotros no íbamos tan rápido pues cada cierto tramo los niños ponen cuerdas cruzadas en el camino obligándote a parar, y te estiran la mano. Una vez les dábamos dulces bajaban la cuerda y seguíamos nuestra ruta.

Después del letrero que en un muro grande dice "Cabo de la Vela", ya no es tan fácil continuar. Hay muchos caminos que se entrejuntan, imagino que algunos llegan al mismo lugar, quizás otros no. También hay un poco de arena suelta donde la moto quedaba atrapada y Susan se tenia que bajar y la empujábamos entre los dos. Para facilitar las cosas, fuimos sólo en una moto, la otra la dejamos en el patio con los Desérticos. Todo el equipaje lo dejmos en la casa de Alí, al Cabo de la Vela fuimos sólo con lo necesario. 

Avanzando lentamente por la arena suelta y por los niños que te paran a pedir dulces, comenzamos a ver el hermoso color del mar caribe en este lado, quizás el más bello que hayamos visto en todo el viaje.

Mientras recorríamos la orilla de la costa buscando alojamiento, divisamos algunas escuelas de kitesurf y a muchos entusiastas practicando en las bellas aguas caribeñas. El viento es tan fuerte que también se practica windsurf, pero debido a la geografía del lugar no hay olas, por lo que no se da el surf. 


Pilón de Azúcar, Cabo de la Vela


Playa del Pilón de Azúcar


Nos dijeron que en el Cabo de la Vela todo es caro, por lo que llevamos desde Maicao de todo para comer los 2 o 3 días que íbamos a estar allá. También llevamos carpa con la intención de acampar en lugar de buscar un hostal. Luego de buscar un rato, preguntar y regaterar dimos con el lugar perfecto. Un techo para cobijarnos del sol de los que acá llaman "quiosco" a la orilla del mar, con 2 hamacas incluidas, baño, duchas, lugar para poner la carpa y la moto también bajo techo. Todo eso logramos conseguirlo a 10 mil por persona, es decir 2 mil pesos chilenos por persona. Y eso acá "es caro". 

Conversando con el dueño del lugar le preguntamos sobre los asaltos que nos había dicho la policía. Nos confirma que él es wuayuú y con mucho pesar nos reconoce que es su propia gente la que le esta robando a los turistas en la vía, pero también nos dice que cuando los atrapan, son los wuayuú los que hacen justicia por su propia mano, pues ellos no están de acuerdo con los robos, ya que daña el turismo. Cuando los wuayuú hacen justicia, la policía no se mete.  

En el "Faro" del Cabo

Tanto así que en muchas ciudades anteriores nos habían advertido de los wayuú. No cruzarse con ellos ni cruzarse delante de uno de sus chivos o cabras, tampoco detenerse si alguien pedía ayuda o estaba varado. Nos habían dicho que esas son estrategias que usan para asaltarte, o para cobrarte dinero por diversas razones. 

Hay algunos lugares que se pueden visitar aquí en el Cabo de la Vela, como el famoso Pilón de Azúcar donde hay una playa muy entretenida, pero no hay ninguna sombra donde refugiarse del sol abrazador, así que estuvimos solo un rato jugando con las olas y seguimos la ruta hacia otro de los lugares que nos habían nombrado, el Faro del Cabo. La verdad Susan se sintió estafada al llegar al faro, si alguna vez van, sabrán por qué.

Conocimos una pareja de colombianos que venían de Bogotá en una flamante GS800, luego de conversamos un rato con ellos, nos brindaron la cena y unas cervezas. Muchas gracias Diego y Sharon. Muchas gracias por todo!

Ya habiendo visto lo que hay que ver en el Cabo de la Vela, y habiendo disfrutado de sus hermosas y tibias aguas decidimos volver a Maicao y ver como seguían los planes para ir a Punta Gallinas. 



Atardecer en el Cabo

El regreso fue un poco estresante. En algún momento tomamos mal uno de los tantos caminos y no regresamos por el mismo lugar que habíamos llegado. Hacía un calor infernal que no nos dejaba pensar con claridad, quizás debimos dejar el Cabo antes de medio día, pero como ya saben, nosotros no madrugamos. 

Perdimos la ruta varias veces, volvimos sobre nuestros pasos para intentar otra pero no conseguimos hallar la ruta. Tampoco nos atrevíamos a hacer parar a una camioneta ya que todos, incluyendo a la policía, nos habían dicho que no le paráramos a nadie por nada del mundo. 

Finalmente dimos con un camino amplio, compactado en sal y en buen estado, por el que podíamos ir muy rápido, pero claramente no habíamos llegado por ahí. Me atreví a hacer parar una camioneta con placa colombiana, de Bogota, era una pareja de adultos mayores. Dudaron un momento en pararnos pero finalmente se detuvieron unos metros más allá. Di la vuelta para hablar con ellos. 

-Disculpe, para ir a Uribia?
-Recto por este camino hasta una alberca (copa de agua), ahí viran a la izquierda y van a salir al camino principal al lado de la línea del ferrocarril.
-Muchas gracias
-No le paren a nadie, por nada del mundo!.- Nos dijo mientras subía el vidrio. 
-Lo sabemos, gracias por la recomendacion.

Era una recta interminable, en el horizonte se veia el calor reflejado como si hubise agua más adelante esperando por nosotros, pero no había agua, solo más y mas desierto. Creo que es el lugar mas caliente en el que hemos estado. Yo iba a 90, 100, 110 km/h alejándome de todo y de todos, mirando hacia adelante esperando ir en la dirección correcta.

Avanzamos tanto rato así que pensé que llegaríamos a Manaure. cuando las camionetas dejaron de transitar nos preocupamos, pensamos que quizás hubo una bifurcación o camino que no vimos. Pero seguimos y seguimos y seguimos.

De repente a los lejos vimos lo que posiblemente era la copa de agua. Viramos a la izquierda como nos dijo el señor y salimos a un camino con algo de vegetación de tipo esclerófila y de bosque seco, pinos y cactus, bien espesa, donde fácil podía esconderse alguien. En eso se nos cruzan tres motos, cada una con un pasajero, una de ellas llevaba 3 personas, todos encapuchados, aceleré les hice el quiete y los perdí en el espejo retrovisor. No sé si simplemente iban pasando y de "casualidad" se nos cruzaron  o nos querían hacer algo, pero obviamente no les íbamos a preguntar.

Susan me dice, creo que vamos bien, pues íbamos siguiendo la línea de postes del alumbrado de la luz, ya no estábamos tan en el medio de la nada, algo había ahora por lo menos. Y así salimos a la vía principal, muy cerca de Uribia. 



Vista desde nuestras hamacas en el Cabo de la Vela

El resto del viaje en el asfalto fue más tranquilo, salvo cuando un adulto nos levantó una cuerda en la mitad de la carretera. Obviamente no iba a parar, con Susan nos agachamos y pasamos a más de 100 km/h. En la ida al Cabo nuestra velocidad era de unos 60, íbamos atentos a los chivos y a las cuerdas de los niños. Ahora íbamos a 100 y más, con un pesado viento en contra que a veces no me dejaba ir a mas de 110.

Logramos llegar sanos y salvos a Maicao, felices por los días que estuvimos disfrutando del mar en medio del desierto, y listos para el siguiente desafío, Punta Gallinas. 

Los invitamos a seguir nuestras aventuras, en el próximo relato les contaremos como fue la ruta para llegar al extremo norte de Sudamérica. 

Agradecemos a todos los que nos han apoyado en nuestra aventura, Honda Colombia, Liqui Moly, Mx Metzeler Chile, Honda Adventure, Año 1, Bujías Brisk Chile, Trail on Fire, Loretta Motos Chile, Indo Trail, MotoCenter, ProCircuit, Relieve y Moto-K.

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